Del Trabajo al gimnasio


En el Trabajo el reloj marca la hora de salida pero los pendientes no terminan e incluso ni siquiera parecen disminuir. Pasa el tiempo y se lleva la energía restante y sobre todo, el deseo y el ánimo de realizar cualquier otra actividad que no involucre relajación y descanso absoluto. Es así como termina el día para la gran mayoría de los Trabajadores en la actualidad.

Por ello la imagen del Trabajador, sin importar la edad, ha ido en declive siendo ahora un común denominador el abdomen abultado que trata de ser disimulado con camisas holgadas o sacos abiertos así como retahílas interminables de pretextos que excusan tanto sus malos hábitos alimenticios como su robusta apariencia. Y de éstos he oído muchos, tales como:


  • En la mañana me da flojera y por la tarde más

  • Al gimnasio van los que no tienen nada que hacer

  • Yo me dedico a mi trabajo no a entrenar

  • Yo no lo necesito; que vaya fulanito, él si lo necesita

  • Tengo muchas cosas más importantes que hacer

  • No me dedico al fisicoculturismo, yo soy “Licenciado”

  • Que se preocupen de su aspecto los “modelos y actores” que viven de ello
Pero el más común, el más frecuente y el que todos hemos oído o dicho es sin duda: “No tengo tiempo”.

La verdad es que nunca hay tiempo para todo lo que quisiéramos hacer; digamos entonces que es cuestión de prioridades, pero dentro de tantas ¿Qué lugar ocupa tu salud?, ¿Qué lugar le asignarías a tu bienestar o a tu apariencia?




Todo radica en la decisión, no en el plan de entrenamiento que tome 2 horas 6 días a la semana ni en los gramos de proteína o de carbohidratos que consumes al día, mucho menos en el costo del club o gimnasio que puedas visitar. Nada importa si no tienes el deseo y la decisión de hacerlo. Como escribí antes, los pretextos sobran y con justificaciones no vas a moldear tu cuerpo.

Estoy seguro que si hoy te invitara a entrenar lo primero que responderías es: “No traigo maleta, ni tenis, ni pants”. ¿Cierto?, ¿pero quién habló de ir a un gimnasio?.

Lo que se necesita es, decisión: “Sí, hoy comienzo a entrenar” y actitud: “No traje mis tenis ni mi pants pero en la casa voy a hacer abdominales”. ¡Qué gran diferencia!, ¿No lo crees así?.

Todo inicio es complicado pero cuando menos lo pienses, tendrás dentro de ti el hábito del ejercicio y el resto será mucho más fácil.

Finalmente, quisiera advertirte que en el camino hacia tu “nuevo cuerpo” encontrarás a quienes claudicaron en su intento y desearán que tú también fracases, desanimándote cada vez que puedan diciendo que por tu horario y tu trabajo jamás vas a lograr un cuerpo musculoso, que después con el re- bote vas a terminar peor, que es cuestión de genética, que necesitarás mucho más que una dieta cruel y de mucho tiempo en el gimnasio entrenando sin descansar para desarrollar un mejor físico.

Respecto a ello creo que la gente puede decir lo que guste, siempre van a hablar y nunca los vas a complacer; en lo personal, sé que nadie puede ser más grande que mis sueños. Yo he decidió que algún día voy a competir en un campeonato de fisicoculturismo y aunque efectivamente, hay muchas situaciones que se interponen, he optado por averiguar hasta donde puedo llegar pero eso nunca lo sabré si jamás lo intento.


Vamos entonces a entrena hoy siguiendo estos sencillos consejos


1. Hazte a la idea de que no puedes salir de tu casa por las mañanas sin desayunar. Y recuerda que una vaso de leche o un plato de fruta no es un desayuno, mucho menos un atole acompañado de una torta de tamal.

2. Cambia las papitas fritas o las galletas que guardas por pasas o almendras. 3. Olvídate de la quesadilla o de la torta que sueles esconder en el cajón de tu escritorio. Opta por una barra de proteína, te aseguro que te va a nutrir mucho más, no te va a engordar, está libre de microbios, sabe muy rico y aunque no parezcan ser grandes pueden llegar a saciar tu apetito. En lo personal te recomiendo las barras Zeroimpact de VPX.

4. Despídete de tu café por las mañanas y por las tardes de tu refresco de cola que sueles beber, cámbialos por una o muchas botellas con agua pura

5. Prepara el día anterior en tu hogar al menos dos o tres porciones de comida y llévalas contigo a la oficina para distribuirlas a los largo de tu jornada. Tu cuerpo y tu cartera te lo agradecerán.

6. Si no puedes comer en tu oficina, lleva contigo algunos sobres de proteína. Sé que no es lo mismo hacer una comida que beber un batido pero créeme, el batido te nutrirá de forma excepcional. Si no lo crees, observa la etiqueta y el contenido de un Reemplazo de Comida como lo es proteina en polvo y sorpréndete.

7. Fíjate una meta; visualízate en “tu nuevo cuerpo” y lucha por ello. Puede ser el reducir tallas, bajar de peso, marcar y tonificar músculos, incluso esculpir un cuerpo de concurso o simplemente sentirte y verte mejor pero haz todo lo posible por lograrlo.

8. Cada vez que el desánimo o la fatiga hagan mella en tu deseo de hacer ejercicio, recuerda tu meta y mira como se aleja, luego recuerda aquella ocasión cuando te llamaron “gordito” o cuando no pudiste comprarte el pantalón que te gustó porque no había tallas grandes y verás que tu deseo de cambio se antepone de inmediato.

9. Cena ligero. Pollo o atún con vegetales son la mejor opción y espera un poco antes de irte a la cama para no retardar tu digestión.